– 3 AÑOS ATRÁS. –
– ¡Anda Justin! ¡DEBES ESTAR BROMEANDO! – le dije mirándolo aun confundida ante lo que
me había dicho.
– Solo serán algunos días, de verdad ella me gusta mucho…– dijo mirándome con suplica.
– A ver… ¿tú dices que me haga pasar por tu novia para
causarle celos? – lo mire, él asintió. –
Eso no podría ser, todos saben que
vivimos juntos desde pequeños, algunos hasta nos creen hermanos…– lo mire sin poder creerme lo que me había
propuesto.
– Vamos linda, velo de esta manera. – me abrazo y miro hacia adelante como si se
fuera a plasmar una película frente a nosotros. – Te funcionara a ti para darle celos a
Alejandro y yo a Leticia.
– Estas jodido de la cabeza. – dije separándome de él. – ¿Cuándo se te ha ocurrido que quiero
ocasionarle celos? Tú eres el que quiere ocasionar celos, además hace más de dos semanas que nos
dejamos.
– Vamos Briggy…– me
tomó por los brazos mientras me miraba a los ojos. – Devuélveme el favor…– hizo puchero.
– ¿Devolverte el favor? – lo mire sin entender.
– Recuerda… en el tercer año del colegio… me hice pasar por
tu novio. – me miro. – Porque ahora tú no puedes hacer lo mismo.
No lo recordaba, él se había hecho pasar por mi novio en
tercer año del colegio, cuando un par de chicos estaban tras de mí y no me
dejaban en paz. – No puedo. – dije y comencé a caminar hacia la sala.
– ¿Cómo que no puedes? por favor ___. – dijo mientras venía tras de mí.
– No. – dije sería
mientras seguía de largo a mi habitación.
– ¿Por qué no?
– ¡PORQUE AHORA TODO ES DIFERENTE! – dije mientras me daba la vuelta y lo miraba.
Él se mantuvo quieto y callado. Yo me quede callada mirándolo, no podía ser,
no, esta no era yo.
¡CLARO QUE SI! Esta era yo, me había… no, no podía ser
posible, no podía ser que me estuviera gustando Justin, él… él es como mi
hermano, yo no debo mirarlo con esos ojos, yo… ¡JODER! Me había jodido
completamente, yo no podía enamorarme de él. No puedo.
– Anda ___... – tomo
mi mano, lo mire, sus ojos… sus labios, estaba deseando besarlo, como era
posible que no hubiese notado antes lo lindo y hermoso que él era. Asentí embobada, pero me estaba abriendo mi propio
hueco donde me enterrarían. – ¡LO SABÍA!
¡SABÍA QUE ACEPTARIAS! – dijo y me
abrazo con fuerza, dio algunos besos en mi mejilla y alboroto mi cabello un
poco, solo sonreí, estaba en shock, yo estaba mirando a Justin de una manera
prohibida. Me senté en el sofá, sin mencionar palabra alguna, embobada en el
recuerdo de su sonrisa, y su mirada.
Los días siguieron en marcha, las evaluaciones de la
universidad me tenían como loca, y Justin… realmente terminaría encerrada en un
manicomio, Justin me mantenía ocupada, paseándome frente a la chica que le
gustaba, yo solamente hacia lo que él me decía, aunque… a veces, no lo fingía,
y ¡JODER! Muy tarde me eh dado de cuenta…. Me terminaría enamorando de él.
Pensé muchas veces en decirle que me gustaba, pero sabría
que él no me vería de esa manera, y nuestra relación como mejores amigos y como
casi hermanos se distorsionaría.
Salí de la ducha y seque mi cabello, me coloqué un short y
una camiseta de tirantes, peine mi cabello húmedo y luego me mire en el espejo
para rectificar que todo tuviera en su lugar aunque solamente fuera pijama. Estábamos
en nuestros respectivos cuartos, mire mi celular, pero, no era hora de
escribirle amigos, era muy tarde así que solo me metí a la cama y apague las
luces, mire en la oscuridad, esto me iba a matar, y yo misma estaba cavando mi
hueco.
La lluvia comenzó a caer y se volvió fuerte, escuche la
puerta de mi habitación abrirse, pero supuse que solo imaginaba. – ¿___? – escuche un susurró. No estaba imaginando para
nada. Abrí mis ojos y me mantuve callada. – ¿Estabas dormida? – susurró. Gemí diciéndole que sí, aunque
realmente no había podido conciliar el sueño. – Puedo meterme a la cama contigo…– dijo. Sonreí.
– No estas ya muy grande como para tenerle miedo a una
lluvia…
– No es una simple lluvia. – susurró y se sentó en la horilla de la cama. –
Es una tormenta. – suspiró. – Anda, déjame quedarme contigo esta noche.
– Justin no podemos…– dije cerrando mis ojos, aunque no sabía si
lograba verme en la oscuridad de la habitación.
– ¿Por qué? Es como antes, anda.
– Antes estabas pequeño, estábamos pequeños, ni siquiera
venias a mí.
– Iba a que la abuela, ahora no está ella…– guardo silencio. – Déjame quedarme por favor…
– Justin, tu miedo es muy estúpido. – sonreí. – La casa no se derrumbara, el techo no caerá,
en tal caso que así pasara yo no tengo escudo protector para cuidarte de eso.
– Lo sé, pero no estaré solo en el momento… anda…
– No podemos Justin. – suspire. – Somos ya mayores… tu
– ___... – escuche en
susurro mi nombre y sentí que se movió en mi cama. – ¿Qué temes?
– Yo no le temo a nada. – dije nerviosa.
– Déjame quedarme contigo esta noche…– mi piel se colocaba caliente ante sus
palabras, y la sangre subía a mi cabeza.
– Justin entiende que…– le sentí cerca, podía sentirlo mientras se
movía en la horilla de mi cama. – Deberías irte a tu cuarto…– dije y abrí mis ojos aunque no lograba ver
nada más que la oscuridad.
– ¿Tienes miedo? – dijo y sentí su mano tocar mi cabello, ¿Cómo
era posible que él lograra verme en la oscuridad?
– No, no sé de qué… hablas. – dije tartamudeando.
– ¿Por qué no lo aceptamos? – susurró, yo había quedado sin voz, no podía
pronunciar ninguna palabra. – Ya no nos
miramos con los mismos ojos de antes…– y
ahora mismo estaba muriendo por dentro, estaba más que nerviosa, ¿feliz?
– No sé de qué hablas Justin…– dije.
– Sé que te gusto, y estos días mientras fingíamos ser
novios… no puedo negar que me has terminado gustando…– OK. Lo acepto, si fuera estado de pie las
piernas me hubiesen flaqueado y hubiese muerto al instante.
– Yo… no sé
– Si sabes de que hablo. – dijo y pude escuchar su sonrisa. Sus dedos
acariciaron mi cabello, mi oreja… mi mejilla….
Me moví rápidamente levantándome de la cama y encendiendo la
luz. – Creo que…– dije sin mirarlo, tal vez lo hice, pero muy
poco. – Creo que está pasando la lluvia…
ya no es necesario que te quedes acá. – lo mire. Él estaba sentado en la horilla de la
cama, con un suéter color carne, y su shorts blanco que llegaba por debajo de
su rodilla como a los basquetbolistas. Él me sonreía. – ¿De qué te ríes? – le pregunte.
– Tú linda…– se puso
de pie y camino hacia mí, tragué saliva. – No tengas miedo de aceptarlo…– humedeció sus labios mientras mantenía sus
ojos en los míos. – Estamos bien
grandecitos como para saber que está mal y que está bien. – llego a mí. Baje la mirada.
– Eres mi hermano Justin. – dije tragando saliva.
– Eso es lo que algunos piensan o creen… tu y yo sabemos que
no es así.
– Pero…
– No hay peros linda…– tomo una hebra de cabello y la puso tras de mi
oreja, podía jurar que temblaba y mis manos estaban frías. – Estamos en la edad de quedarnos con la culpa y
no con las ganas…– susurró, tomo mi
mentón y me obligo a mirarlo. – Sé que
te gusto… y tú me gustas…
– Justin…– dije
mirando sus ojos, le vi humedecerse los labios. – Esto no puede pasar….
– ¿Quién dice que no? – dijo y se acercó más a mí, se inclinó y
respiro en mi cuello…– Solo pasara si
así lo quieres…– deposito un beso corto
en mi cuello. – Si no quieres… nada
cambiara entre nosotros…– Asentí
embobada, sus labios húmedos rozaban mi cuello. Me acerqué un poco más para que
su labios se pegaran a mi cuello. – No
estés nerviosa. – colocó sus manos en mi
cintura mientras daba pequeños besos en mi cuello y mi hombro izquierdo.
– ¿Esta bien esto? – pregunte.
Él se enderezo y me miro a los ojos. – Solo si eso queremos. – sonrió, asentí. Él se acercó más a mí mientras
nos mirábamos a los ojos, se inclinó lentamente hasta que sus labios estuvieron
cerca, muy cerca de los míos, podía sentir su aliento, cerré mis ojos y termine
de unir nuestros labios. Sus manos presionaron mi cintura, lleve mis manos a su
cuello, lo halé, lo pegue a mí, mordisqueamos nuestros labios, me pego contra
la pared haciendo que tocara el interruptor de la luz y se apagara, gemí,
agarré el cabello de su nuca y acarició mi cuerpo, sus labios bajaron por mi
cuello, hasta mi hombro izquierdo, con una mano deslizo el tirante y besos con
más libertad la piel de mi hombro.
Se bajó un poco y tomo mis piernas, me despego del suelo y
mantuve mis piernas a ambos lados de él. Se dio la vuelta despegándome de la
pared y caminando con prisa hasta tropezar con la cama y caer en ella y él
encima de mí. Sonreímos, estábamos locos, mis manos pararon en su abdomen y
levantaron el suéter, lo quite, su pecho quedo descubierto y lo acaricie, él se
estremeció ante mi tacto, su mano se encontraba en mi cadera y acariciaba
lentamente mientras subía la camiseta, tome sus rostro entre mis manos y lo
bese.
En pocos minutos nuestros cuerpos estuvieron despojados de
la ropa, y sus labios ahora estaban en mi vientre, yo mantenía mis ojos
cerrados, era una sensación increíble. – Justin…– susurré.
– Lo sé… todo estará bien. – me dijo y solté el aire que me quedaba dentro.
– No estés nerviosa cariño. – me dijo y… ese momento me entre a él, en
cuerpo y alma.
Los gemidos adornaron la noche, un par de lágrimas cayeron
de mis ojos, cuando me entregue completamente, me había convertido
completamente en mujer, él fue delicado, considerado, comprensivo… nuestros
cuerpos quedaron sobre mi cama, estábamos agotados, un gran estruendo sonó en
el cielo y lo hizo brincar, yo rompí en risa, él se sostuvo sobre su brazo y me
quede debajo de él. – Eres hermosa… no
sé cómo no puede verlo antes…– me dijo,
me sonroje, pero él no lo notó, estábamos en la oscuridad. Comenzamos a
besarnos nuevamente, esta vez sin las ganas de entregarnos, sino con las ganas
de solo besarnos. Reí cuando él beso locamente mi cuello, lo empuje y luego nos
quedamos quietos, él se acostó boca arriba con su brazo derecho debajo de su
cabeza, yo me volteé, puse mi cabeza en su pecho y la mitad de mi cuerpo estuvo
sobre el de él.
– ¿Qué pasara mañana? – pregunte. – Cuando amanezca y se haga de día… ¿Cómo
estaremos?
– Felices… y todo será mejor que antes. – dijo y deposito un beso en mi cabeza, sonreí.
– Dormiré…
– Dormiremos nena…– corrigió, sonreí.
– Nos arrepentiremos de esto…– dije sonriendo por lo loco que estábamos.
– No te daré motivos para que eso suceda. – dijo, sonreí satisfecha. Aunque estaba
preocupada por saber si seriamos novios o no… no podía preguntarlo, es como
cuando la mujer le dice al hombre ´te amo´ a veces se ven obligados a
responderlo, y no quiero que él responda que sí por el tan solo echa de que me
entregue a él. – ¿Es que piensas? – preguntó, negué con un movimiento de cabeza
mientras daba una pequeña sonrisa. – Anda dime…
– En nada…– dije
mordiéndome el labio, claro que no lograba verme, mi cabeza aun reposaba en su
pecho.
– ¿Quieres que seamos algo? ¿Quieres ser mi novia? – abrí mis ojos, ¿estaba leyendo mi mente?
– ¿Por qué llegas a esa decisión? – dije riendo como si no pensara eso.
– Es lo que todos creen, es lo que queremos…– oprimí una gran sonrisa. – Así no debemos fingir más…
– ¿Y la chica? La que te gustaba, la que le ocasionábamos
celos…
– No sé si escuchaste bien cuando te lo dije…– sonrió. – En el transcurso de eso se abrieron mis ojos,
y me di de cuenta la hermosa mujer que
tenía a un lado, tú, y…. eso me hizo olvidarme de algunas otras chicas…– dijo, asentí… no quería creerme todo, me fue
mejor pensar que decía todo eso para no hacerme sentir mal, aunque muy dentro
de mí, lo creí.
– La lluvia seso…– sonreí. – ya puedes irte a tu cama.
Él bufó y rio. – ¿En
realidad lo creíste? – acaricio mi cabello.
– Venía con intenciones de decirte lo
mucho que me gustas…
– ¿Y tú miedo se fue?
– Desde que la abuela murió… eh aprendido a sobrellevarlo…
aunque a veces me asusto demasiado y necesito venir acá. – sonreí.
– Entonces… ¿has venido con estas intenciones?
– Realmente no esperaba terminar así…– mordí mi labio mientras lo escuchaba. – Pero… quería acertar con la idea de que si te
gustaba y no solo eran ilusiones mías. – sonrió.
– Si fuera sido así…– sonreí. – Si no me gustases, me fuese burlado de ti…
– Lo sé, te conozco, y eso temía. – sonrió.
– ¿Recuerdas él día que te pedí que fingieras ser mi novio
en el colegio?
– Si…
– Era porque de verdad me gustabas y no quería que tuvieras
otra novia. – sonreí. – Pero luego… conocí otros chicos y me gustaban,
y a ti comencé a verte como mi hermano…– guarde silencio. – Hasta hace unas semanas atrás cuando me
dijiste que fingiera ser tu novia….
– Tu siempre me has gustado…– dijo, sonreí.
– No digas bobadas. – dije riendo. – Aun puedo tratarte como hermano y darte un par
de golpes. – él rió.
– ¿Tienes sueño? O ¿quieres hacer algo?
– ¿Tu… tienes sueño?
– No…
– Hagamos algo. – dije sonriendo. Un transformador de la calle
reventó y la luz se fue. Nos quedamos en silencio, la lluvia aún seguía pero
suave. – Creo que será más divertida la
noche. – le dije sabiendo que él le
temía a la oscuridad.
– Eres cruel.
– Ve por un par de velas a la cocina. – le dije sentándome en la cama mientras
sostenía la manta que me cubría.
– ¿De verdad? – dijo
sin ánimos. Reí.
– Iré yo idiota.